miércoles, 16 de julio de 2008

UNA TARDE EN POLA PARK

Apenas habían pasado 10 días y al volverse a ver hubieron abrazos,
gritos, saltos y carreras, pero sobre todo una
gran alegría. Nada más llegar a Pola Park mientras esperábamos para
sacar las entradas ellos observaban a las serpientes,
las miraban con sus cabezas apoyadas en la valla, pero ninguno se
atrevió a tocarlas.
Una vez dentro parecía que la tarde iba a ser un follón impresionante,
cada uno quería ir a un sitio distinto. Pero decidimos
que el primer viaje era subir al tren, y eso los calmó, cuando bajamos
todos subieron a la siguiente atracción y luego a la
siguiente etc.
Es impresionante ver como el miedo de algunos desaparecía al ir
acompañado de los demás (algo que ni los padres podemos
conseguir). Incluso alguna montó en la montaña rusa o en la casa del terror.
Autos de choque, el gusano, el tobogán, colchonetas, etc. todos juntos
pasaban de una a otra. Luego una hamburguesa y
otra vez a las atracciones.
Nos despedimos con un sólo adiós. Con la seguridad de que pronto nos
volveremos a ver.

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