Una opinión nada objetiva
Al leer las primeras páginas de este libro, no he podido evitar que se me escaparan las lágrimas. Y me da igual que este llanto contento venga de las palabras que nombran la apasionada vida de Consuelo y sus cazuelas, o que venga del recuerdo vívido de su voz, sus carreras y su creativo adornar los platos con las flores del jardín de nuestra escuela.
Ha sido tanto el tiempo compartido: las charlas de sobremesa, el verla imaginarles nombres a sus platos nuevos, el venir a mi clase a enseñar a los niños a guisar... Tanto el estarnos cerca. Que creo que se podrá entender que cuando veo este libro con las recetas de su saber acumulado y de su invento continuo, evoque su charla, sus manos, sus juanetes, su deseo de aprender, su trabajo fuerte y delicado... Y sencillamente, llore.
En este texto precioso no sólo está escondida Consuelo con su paladar de experta y su corazón inquieto, sino también Mercedes con sus ojos certeros y sus brillos vitales, y Susana con su estética detallista y el regalo de su escucha. El diseño, la cobertura institucional, las presentaciones, los poemas y las recomendaciones acompañan y cobijan también esta magnífica obra.
Así que desde aquí cuento y proclamo que hay un libro
Reciente,
y caliente,
y ardiente... que vale la pena tener y degustar.
Mari Carmen Díez
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